quarta-feira, 6 de janeiro de 2010

Los bate-mierdas


Después del triunfo de la revolución, el chino y yo éramos trotskos. Andábamos enloquecidos con la revolución mundial, vendíamos  inútilmente “El proletario”, un periódico hecho artesanalmente y que denunciaba la invasión inglesa en la islas Malvinas como la soviética en Afganistán.  Pero también teníamos que sobrevivir, teníamos que comer y forjábamos ideas espectaculares y fantásticas, así como la utópica República Socialista Centroamericana que soñábamos.  Pensamos en ser taxistas, pero no sabíamos manejar; obreros de la construcción y nunca habíamos agarrado una pala. Hicimos hasta exámenes psicológicos en la universidad para no me acuerdo que empleo: fuimos aplazados!. Y así la vida seguía.  Un primero de mayo fuimos expulsados a  golpes de la plaza de la revolución porque distribuíamos un comunicado exigiendo la abolición del código del trabajo que era aún somocista. Solo nosotros para hacer una locura de esas. Y seguíamos buscando trabajo.  Un día fuimos al Ministerio de Salud, donde trabajaba un conocido y para alegría nuestra nos ofreció un trabajo. “No sé si ustedes van a querer, dijo él riendo, pero solo hay trabajo de bate-mierda”. Nosotros no dudamos ni un segundo y aceptamos. Nuestro amigo nos dijo que llegáramos al día siguiente.  Bien tempranito estábamos en la puerta de la oficina, pero no vimos a nuestro salvador. Un funcionario se acercó y hablando bajito, nos dijo que a nuestro amigo, se lo habían llevado preso porque era del Partido Comunista. Y así se acabaron nuestros sueños de tener un empleo digno.

sexta-feira, 25 de setembro de 2009


Quiero escribir un poco más de Chico y compartir con todos un puñado de recuerdos sueltos. Como he dicho, a veces Chico y yo nos escapábamos y recorríamos algunos lugares de Managua. No me acuerdo bien, pero creo que después que cumplíamos lo que teníamos que hacer, cambio de informaciones y de orientaciones, o entrega de correo que yo llevaba  no me acuerdo a  quien. Tampoco me acuerdo en que época fue eso, creo que fui en el 78. Nos íbamos por ejemplo, al mercado oriental. Tomábamos sopa de res o de cola. Me acuerdo exactamente del lugar. Andábamos en medio de la multitud, tal vez él estaba dando tiempo para un nuevo contacto, que imagino tenia próximo de allí. Entonces aprovechábamos esos intervalos. Chico hasta bromeaba con las vendedoras del mercado. Yo apenas observaba.  Una vez fuimos al cine a ver Encuentros cercanos del tercer tipo. Había una fila enorme. No nos gustó la película y salimos a la mitad. Eso fue en aquel cine que quedaba cerca de Loma Verde. No me acuerdo del nombre de ese cine y si todavía funciona o si, como el Rex, hoy es un templo evangélico.
Cuando pasábamos por el edificio del Banic, en la carretera Masaya, él decía que allí seria el local de la juventud revolucionaria. Era un edificio moderno, con fachada de vidrio y bonito. Después del triunfo me acordaba de eso que él me decía, pero el mismo edificio continuaba siendo del Banic.
Pero el momento más terrible que viví con Chico fue en un contacto frente al cine de Bello Horizonte. Chico lloró y casi me hace llorar. Acababa de morir Oscar Robelo, que era muy amigo de Chico. Creo que fue un día después que Oscar murió que nos encontramos en Bello Horizonte. Chico me habló de Oscar. Y me acuerdo muy bien lo que me dice. Me dijo, ya con los ojos llenos de lágrimas,  que tenía la imagen de Oscar  riéndose. Y que Oscar se reía moviendo la barriga. No sé si es verdad, pero es esa la imagen que había quedado en la mente de Chico. Y durante mucho tiempo quedó en mi esa imagen, que creo nunca conté para nadie, la imagen de Chico llorando por Oscar. Después nos perdimos en las calles polvorientas del barrio de Santa Rosa.
Una vez me contó que había dejado una novia en León o en Mina El Limón, no sé. Pero que la había dejado o terminado con ella. Entendí que era alguien que no militaba y que, además de su venida a Managua, había provocado el distanciamiento. Y decía que de ella se acordaba con la canción de Roberto Carlos “Detalles”. Y cantaba aquella frase
No ganas al intentar el olvidarme
durante mucho tiempo en tu vida yo voy a vivir
detalles tan pequeños de los dos
son cosas muy grandes para olvidar
y a toda hora van a estar presentes, ya lo veras
si otro hombre apareciera por tu ruta
y esto te trajese recuerdos míos, la culpa es tuya
el ruido enloquecedor de su auto
será la causa obligada o algo así
inmediatamente tu vas a acordarte de mí



W.M


Cuando llegué a la UNAN integré una célula con la Chella y el murruquín. El responsable fue primero Chico, después pasamos para Reynerio, y más tarde volvimos para Chico. A Reynerio yo ya lo había visto en el CUUN y él era muy divertido. Llegaba al CUUN y bromeando se ponía a discursar, creo que imitando a Chico, pero más bien parecía un pastor evangélico. Él decía que  el mundo iba acabar y que por causa de los comunistas había terremotos y no sé qué más. Creo que pasamos poco tiempo con Reynerio como responsable, no me acuerdo bien.  Creo que estudiamos el Que hacer de Lenin. Con Chico estudiamos salario, precio y ganancia y también la enfermedad infantil del comunismo. Este texto de Lenin me sirvió para hacer un comunicado, con la orientación y supervisión de Chico, contra el populismo de izquierda y de derecha. Fue el mejor comunicado que hice, eso yo pensaba en la época.
Con la Chella y Chico estábamos en esa comisión de propaganda que ella menciona. Y hacíamos El estudiante, se acuerdan de este periódico? Será que alguien tiene alguno por allí guardado? Me acuerdo que hice un artículo sobre Sandino, era 1977 y se cumplían 43 años de su asesinato.
Y se acuerdan del periódico  la Unidad revolucionaria?
La Chella y yo éramos muy disciplinados en todo lo que hacíamos (o en casi todo) y llevábamos a serio todas las orientaciones. Hubo un momento en que Chico tuvo que esconderse. Y nos dieron la orientación de garantizar la seguridad  de Chico. Obviamente nosotros no sabíamos dónde estaba Chico. Pero me acuerdo que recorrimos todo el reparto Schicks, agarrados de las manos, y no nos soltamos por ningún motivo, ni mismo por el lodo que se formó en nuestras manos, debido al inmenso polvazal que había. Fuimos a salir por la 14 de septiembre y pasamos donde mi mama tomando agua. En ese recorrido no encontramos nada sospechoso. Así hicimos el informe.
Después estuve en una célula con Payán y Saúl, el responsable era Chico. En un momento se dio una especie de fusión del FER-ML con el MCR y pasamos a integrar la misma célula. Chico nos avisó que llegaría un nuevo compañero. Cuando llegó el nuevo compañero, Payán fingió que no estaba entendiendo, y en bromas quiso expulsarlo. Era el negro Oscar. Oscar era un bromista y se divertía mucho. Una madrugada, literalmente cayó al suelo en carcajadas, allí frente a la caseta del básico, todo porque le había pegado un buen susto a Jaime Brenes, haciendo un ruido de aquellos que hacen los gatos cuando se erizan todo. Imagino que Jaime se debe acordar de esto.
Una de esas fotos que la Bea mandó es de una fiesta en Altamira, en la casa de la Lourdes. Creo que era su cumpleaños. Había mucha gente en esa fiesta. Un atentado contra cualquier medida de seguridad. Payán y yo estábamos en una célula como ya dije, Chico era el responsable. Después de la fiesta Chico habló de la fiesta donde habían estado algunos compañeros y que era una indisciplina. Después Payán y yo copiamos no sé cuantas veces, las medidas de seguridad. Imagino que otros también fueron sancionados por esa fiesta. 
W.M

terça-feira, 22 de setembro de 2009

Amicus veritas, sed magis amicus Plato

EL FER M-L Y EL MCR EN LA NICARAGUA DE LOS ' 70

No recuerdo, si fue la poeta Michele Najlis o Vidaluz Meneses, quien cuenta que el nuevo gobierno revolucionario estaban tan lleno de dirigentes estudiantiles universitarios que, cuando citaban a reunión de gabinete, lo hacían a la vieja usanza estudiantil, pregonando "CUUN (el máximo organismo estudiantil de la UNAN de Nicaragua) a reunión". Todos esos jóvnes, sin saberlo, eran los herederos del mayo de 1968 francés, los vengadores de la matanza de Tlatelolco en México, y los anunciadores de un socialismo fresco, con rostro de muchacho, así como aparecen en estas fotos, sencillos, flacos y naturales.

Presento un tambor corto de imágenes, facilitadas gentilmente por Alfredo Teller Paz, de los jóvenes dirigentes estudiantiles de la UNAN de la Nicaragua de mediados de la década de los setentas.

Viéndolas, me he esforzado mucho en reconocer a algunas personas. Mientras somos jóvenes no lo sabemos y sólo nos enteramos cuando ya ha pasado. Es posible que difícilmente dos de los pocos que quedamos vivos, coincidamos en algo, en política, en arte, en negocios, en modos de ver la vida, en religión.

Todos somos distintos con respecto a nosotros mismos y a los demás. Pero, le decía, a uno de los que figura en estas fotos, yo me siento más amigo de todos ellos, y ellas, sin excepción, por encima de lo que son ahora en términos políticos, religiosos, ideológicos o existenciales. Ya ves, le decía, yo que fui uno de los que menos disfruté del poder conquistado, que muchos disfrutaron, y antes bien, fui perseguido por muchos de ellos mismos y, con todo, puedo decir ahora que soy más amigo de Platón que de la cochina y traicionera verdad, por la que en su hora estuvimos dispuestos a matar y ser muertos.

Y la amistad que un día nos unió, como medio para fortalecer nuestros ideales, fue el verdadero fin del que ahora estoy claro que debemos honrar.
"Vamos Sam, tócala otra vez". F. Q.

segunda-feira, 21 de setembro de 2009



A Chico lo consideré un hermano mayor. A los 28 años lo miraba viejo. Imaginen, sólo tenía 28 años. Si miramos para atrás, no podemos explicarnos como tanta madurez pueda existir  en alguien que tenía apenas  28 años. Aprendí mucho con él. Desde la simple, pero necesaria sincronía de los contactos hasta  la manía de leer. Una vez él me dijo, hay que leer por lo menos media hora todos los días, y sin darte cuenta tendrás la linda manía de leer. Y es verdad, hoy no puedo dormir si no leo, aunque sea la receta de un remedio. Con Chico recorrí toda Managua. Éramos puntuales. Ni él ni yo esperaríamos más de 10 minutos en un mismo lugar.  Están vivos en mi memoria los lugares de los contactos. Como estoy lejos, los repaso en mi mente, sabiendo que tal vez no existan más. Una pequeña pulpería en Ciudad Jardín o en Monseñor Lezcano; el puente del Edén o en el cine Rex eran algunos de esos lugares. La última vez que fui para Nicaragua el cine Rex era una iglesia evangélica. Estábamos cerca del cine Rex cuando hubo el ataque la sección de la policía que existía cerca del cementerio oriental. Nosotros no sabíamos nada. Esa noche dormí en la casa del cuñado de la Chepita. Una vez, cerca de Ciudad Jardín, después de una reunión, nos separamos, él iba para su lado y yo por otro. Pero cuando yo iba a cruzar la calle de la clínica Santa María, venia un Becats. Chico no se importó con su propia seguridad, y se quedó esperando si me pasaba alguna cosa. Por eso digo que era para mí un hermano mayor.
Otra vez, estábamos  en el CUUN Chico, Danilo Mendoza y yo. Yo había llegado recientemente  al CUUN. Todavía no nos conocíamos mucho. Chico muy feliz le enseñó a Danilo una foto que sacó de la cartera. El rostro de felicidad de Chico contrastaba con la incredulidad de Danilo. Después no tuve ninguna duda. Esa foto era de la Eva María.

sábado, 19 de setembro de 2009

Memorias fragmentadas I



Desconozco el motivo por el cual guardamos algunos recuerdos mientras otros desaparecen para siempre. Por lo menos es esa la sensación que tengo, pero la verdad es que los recuerdos siempre están guardados en algún lugar de la mente, basta saber encontrarlos y sacarlos a luz.
Cuando Ulises llegó a la universidad, creo que era 1977, no sabía usar el megáfono. En poco tiempo era el dueño de los pasillos de la UNAN. Los estudiantes nunca más fueron los mismos. Ulises era así, agitado, firme, con una energía concentrada que iba se disipando poco a poco, contaminando todo lo que se encontraba alrededor. Cuando fue electo presidente del Básico llegó a su casa adonde su mama lo esperaba preocupada. Él la contentó diciendo “pero ganamos”.
En medio de los pasillos 5 y 6 del Recinto universitario, todavía veo al chino sentado con su eterna camisa negra, leyendo algún libro o con la mirada perdida en los detalles de la falda de alguna estudiante.
Una imagen que se me quedó, bailando en mi mente y así permaneció por mucho tiempo, fue cuando llegaron dos muchachas sonriendo, felices, eran la Dora y la Mayra. Yo estaba en una mesa dando informaciones de matrículas a los alumnos del básico. Era una actividad puramente gremial. Las dos llegaron e iluminaron aquella tarde.
Veo aún a Hulasko con el pelo alborotado, y su cotona bordada, contando los días de la huelga de hambre de Tomás Borge.
En el colegio leí el Estado y la revolución. Era 1975 y yo estaba en un círculo de estudio. Ese mismo año, creo que fue en julio, llegué a la UNAN y conocí Chico. Estaba en el CUUN. Fui a traer unos paquetes de papeletas para distribuirlas en los colegios. Después nos hicimos amigos y fue mi responsable. A veces nos escapábamos e íbamos a jugar billar. Un día fuimos a un billar cerca de la Salvadorita. Tomamos una cerveza. No habíamos comido nada, y como ninguno de los dos sabía jugar billar, nos corrieron.
W.M

DANIEL VIGLIETTI - Coplas de Juan Panadero